martes, 28 de enero de 2014

AGOSTO

Agosto reproduce la reunión familiar que nunca quisimos tener […] Tráguese un limón y la sensación de acidez será menor que la que proporciona la película.





Año: 2013
Director: John Wells
Reparto: Meryl Streep, Julia Roberts, Ewan McGregor, Benedict Cumberbatch, Abigail Breslin, Juliette Lewis, Dermot Mulroney, Chris Cooper, Sam Shepard
País: Estados Unidos
Duración: 120 min
Género: Drama
Puntuación: **** (Muy buena)





Sinopsis 

Cuando Beverly Weston muere, los miembros de su familia se darán cita para darle el último adiós en el funeral. En la gran casa situada en las llanuras de Oklahoma se reunirán las tres hijas mayores –Barbara, meticulosa, seria, con problemas matrimoniales; Ivy, solícita, servicial, harta de su vida sin alicientes; y Karen, alocada y superficial–, junto a sus acompañantes, tíos y primos. El centro de la reunión será la madre de familia, Violet, una mujer enferma, enganchada a las pastillas y que sufre un completo desequilibrio emocional, con una crueldad verborreica difícil de controlar.
(DeCine21)



Análisis

¿Recuerdan aquella cena familiar de la que salieron diciendo “gracias a Dios que solo es una vez al año”? Sí, esa vez que descubrieron las manías gastronómicas de la prima Ana, recriminaron a la abuela su exacerbado consumo de pastillas y conocieron a la excéntrica pareja del hermanito pequeño. Bien, pues por muy desagradable que fuese aquella cena familiar, no tiene punto de comparación con las relaciones que existen entre los personajes de Agosto. El film es una oda al cinismo, un canto a la hipocresía. El director esculpe un monumento a la puñalada trapera, y para ello cuenta con unas interpretaciones excelentes; creíbles y contundentes. Puro mármol de Carrara.

John Wells adapta la obra de teatro de Tracy Letts para conjugar una película de un realismo atroz. El mismo autor es quien ejerce de guionista, e imprime unos diálogos brillantes, que son los que conducen la historia. No hay acciones; los personajes no realizan acto alguno. Simplemente, hablan. Es más, generalmente gritan, si concretamos. No son los actos de los personajes los que vertebran la cinta, sino sus palabras. Palabras cargadas de sarcasmo, indirectas, reproches y, en definitiva, mala uva hasta lo insano. Tráguese un limón y la sensación de acidez será menor que la que proporciona la película.


Agosto es un descenso a los infiernos, una visita al rincón más dañado del ser humano. No es casualidad que, en su avance, el coche baje una cuesta, ni que la temperatura sea tan elevada. ¡Es el mismísimo infierno! Los miembros de una familia fracturada se dan cita en la casa de sus padres durante un tiempo incierto, y entonces salen a relucir los fracasos de cada uno. Fracasos del presente, y también rencillas del pasado. Contra la velocidad y los ajetreos de las vidas de los personajes, el tiempo se para. No hay hueco para más acciones, el mundo no se mueve mientras permanezcan en la atípica reunión familiar. Por ello tampoco es casualidad que, la mayor parte del metraje, predomine la cámara fija, sin movimiento.

La fotografía está bien elaborada, siendo muy vistosos los planos generales de la llanura norteamericana. En cuanto a la música, es original la combinación del toque country con piezas clásicas, y acompaña estupendamente la sucesión de secuencias. Como pega, quizá la duración sea un tanto excesiva. El perfecto arranque da el pistoletazo de salida a un ritmo in crescendo, cada vez más angustioso, que desemboca en el cóctel final. Un final que puede parecer desesperanzador, e incluso hueco. Así, a más de uno se le hará larga la película, posiblemente. Pero en cualquier caso, las dos horas de trama derraman cine por los cuatro costados. Porque buen cine es sinónimo de magníficos diálogos, personajes esculpidos con cincel y efectos que hagan levantarnos de la butaca. Y con todo ello, Agosto reproduce la reunión familiar que nunca quisimos tener.


lunes, 13 de enero de 2014

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES




Año: 1950
Director: Billy Wilder
Reparto: William Holden, Gloria Swanson, Erich von Stroheim, Nancy Olson, Fred Clark, Lloyd Gough, Cecil B. DeMille, Buster Keaton
País:  Estados Unidos
Duración: 150 min
Puntuación: ***** (Excelente)









Sinopsis

Joe Gillis es un joven escritor de segunda fila que, acosado por sus acreedores, se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond, antigua estrella del cine mudo, que vive fuera de la realidad, acompañada únicamente de su fiel criado Max. A partir de ese momento, la actriz pretende que Joe corrija un guión que ella ha escrito y que va a significar su regreso al cine. (Filmaffinity)

Análisis



Cuando, en la Historia del Cine, se produjo la “revolución del sonido”, las viejas glorias que en el cine mudo poblaron de sueños y de fantasmas las pantallas de todo el mundo se tambalearon; para muchas, significó la muerte. Algunas de esas películas quedaron inconclusas, como es el caso de La reina Kelly” (1929), producida e interpretada por la propia Gloria Swanson, que acabó también por dirigir la última parte, tras hacer un nuevo montaje de todo lo demás, con gran disgusto de Eirck Von Stroheim, su primitivo director.


Esta época y ese mundo son los que se reflejan en “El crepúsculo de los dioses”, a través de la descripción de la resistencia a envejecer (como artista y como mujer) que opone una actriz que fue “estrella rutilante” del cine mudo. Norma Desmond, la protagonista en la ficción, es un personaje simbólico interpretado por una actriz, Gloria Swanson, en la que se dan de manera auténtica sus mismas circunstancias; por eso, la película tiene un sensible carácter biográfico y no solo de Gloria Swanson, sino del propio Hollywood. Un papel que rechazaron otras viejas glorias como Mae West, Mary Pickford y Pola Negri.

A Norman Desmond se contrapone, en un magnífico duelo interpretativo, el personaje de Joe Gills, interpretado por un entonces desconocido William Holden,  a quien Billy Wilder definió entonces como "un joven macho americano, robusto y normal, que pusiera de relieve la decadencia que lo rodeaba.” Joe Gills es un guionista sin blanca, bloqueado, con ganas de triunfar en Hollywood, que poco a poco va sucumbiendo dócilmente a los tejemanejes de la antigua estrella, y poco a poco se contagia de la peste hollywoodense.


No es de extrañar que la película sea amarga, a ratos cruel, a ratos angustiosa; en todo caso de un dramatismo emotivo y conmovedor, provocado por la rebelión de la protagonista ante su decadencia y por la aparición de figuras del cine (muchas de ellas interpretándose a sí mismas, con la presencia misma de Buster Keaton) que por la película desfilan como una ronda de gloriosos espectros. Cuanto más tiempo pasa, la película añade a su intrínseco valor como tal, nuevos motivos de patetismo. Ahora, los tiene en mayor número que cuando se estrenó, porque muchos de quienes en ella intervinieron ya han desaparecido, y para siempre, como ese mundo anecdótico que se evoca y, en parte, se reproduce.

La película, además, está rodada a las mil maravillas. Ello le valió tres Oscar: mejor guión, dirección artística (blanco y negro) y banda sonora (drama), y 11 nominaciones. Unas interpretaciones apoteósicas por parte de Gloria Swanson y de William Holden construyen los desgraciados personajes, y la magistral dirección de Billy Wilder da vida a todo el conjunto. Una película histórica en cierta medida, que nos recuerda que los tiempos cambian, que el cine cambia. Nos recuerda que hay que saber adaptarse a ello, que las revoluciones tecnológicas traen consigo ventajas e inconvenientes, que afectan a la vida de las personas. Que la vida de Gloria Swanson no fue la misma desde que el público pidió voz a los actores.





Bibliografía

Revista “Cine y más”, nº 54, Septiembre de 1987

lunes, 6 de enero de 2014

EL MÉDICO

Para quien desee trasladarse a la Edad Media, el entretenimiento está garantizado a base de aventuras. Sin embargo, se echa en falta una mayor construcción de los personajes.




Año: 2013
Director: Philipp Stölzl
Reparto: Tom Payne, Stellan Skarsgård, Olivier Martinez, Emma Rigby, Ben Kingsley, Michael Jibson, Elyas M'Barek, Makram Khoury, Dominique Moore, Fahri Yardim
País: Alemania
Duración: 150 min
Puntuación: *** (Buena)






Sinopsis 

Inglaterra, siglo XI. El pequeño Rob Cole es testigo de la muerte de su madre por el mal de vientre, y la consiguiente dispersión de sus hermanos, él acaba convirtiéndose en aprendiz del Barbero, un curandero ambulante que recorre el país ofreciendo remedios para las enfermedades algo elementales, ante la suspicacia de algunos clérigos que identifican sus prácticas con la brujería. Ya convertido en un apuesto joven, el deseo de curar enfermedades crece en Cole, alimentado también por un extraño don de premonición, sabe cuándo la muerte de alguien está próxima con solo tocarle. Y al saber de que en Persia existe una escuela de medicina, dirigida por el sabio Ibn Sina, emprende un largo viaje que servirá para afianzar su vocación de médico.
(DeCine21)


Análisis

Aventuras y diversión por los cuatro costados. Un fascinante viaje a la Edad Media, en donde unos asombrosos personajes se ven envueltos en una historia clásica, sencilla y trepidante. ¡He aquí la célebre época medieval! La de jóvenes caballeros, cándidas damiselas, príncipes tiránicos, tribus despiadadas, fanáticos religiosos, religiosos no fanáticos, embaucadores, prostitutas, timadores y… médicos. ¿Médicos? Sí, también había médicos. Generalmente denominados barberos. La cinta narra, en última instancia, la historia de un médico. Un tipo curioso. Además de extraer muelas, amputar dedos y tratar fracturas, también tiene tiempo para relacionarse con la corte, estudiar a Aristóteles e incluso enamorarse.

El guión, basado en la novela de Noah Gordon, está bien elaborado para que la acción no decaiga. Correctos golpes de efecto y giros argumentales, adecuados momentos de suspense y acertadas secuencias de diálogo. Sin embargo, le sobra metraje. Aunque no resulte cargante ni pesada, tal historia podría haberse resumido en menos tiempo. Quiere abarcar demasiado para lo que termina por contar. También se echa en falta una mayor construcción de los personajes. A pesar de que el conjunto funcione, algunos de ellos parecen arquetípicos y poco creíbles, y las relaciones entre ellos resultan frías y poco convincentes. Muchos de ellos apenas se nos describen con un par de pinceladas.


Eso sí, cabe destacar el importante papel (lógico) de la ciencia médica en la película. Las referencias a los clásicos, los tratamientos y operaciones, las creencias populares y el estatus social de todo médico suponen un gran esfuerzo de ambientación por parte del film, que en general ha salvado con éxito. Además, se revelan cuestiones que afectan a todo profesional de la salud: ¿se combate la enfermedad o se trata a la persona? ¿Se puede “dar por muerto” a alguien o se le debe asistir hasta el final?  

Cambiando de tercio, resulta incomprensible el posible afán del director por rodar “una película para mayores”. Una historia así de buena no necesitaba ciertos diálogos malsonantes ni tanto contenido sexual. Si el objetivo radicaba en que el film pareciese más realista, tan solo ha conseguido alejarse de los más jóvenes, cuando existía material para llegar a todas las edades. Quizá en manos de otro director se nos hubiese ofrecido una película sobresaliente, de mayor tinte épico, menor destape y personajes más logrados. No obstante, “El médico” es una buena película. Para quien desee trasladarse a la Edad Media, el entretenimiento está garantizado a base de aventuras. Porque sobra decir que como monografía histórica deja mucho que desear, desde luego.



sábado, 4 de enero de 2014

LA GRAN BELLEZA


Una de las mejores películas del año [...], una búsqueda de la gran belleza y de las identidades más profundas de unos personajes fracasados. Eso sí, hay que tener estómago





Año: 2013
Director: Paolo Sorrentino
Reparto: Toni Servillo, Carlo Verdone, Sabrina Ferilli, Serena Grandi, Isabella Ferrari, Giulia Di Quilio, Luca Marinelli, Giorgio Pasotti, Massimo Popolizio
Género: Drama
País: Italia
Duración: 150 min
Puntuación: ***** (Excelente)





Sinopsis 

En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. En el centro de todos ellos está Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor que dejó de escribir después de su primer libro. Jep, ahora periodista, acaba de cumplir 65 años.
(Filmaffinity)

Análisis

Dura, difícil, amarga. Desgarradoramente realista. No apta para todos los paladares, habrá quien no se quite el sabor. Políticamente incorrecta. Muy explícita en ocasiones; en otras, cuenta más de lo que muestra. He aquí el envoltorio de “La gran belleza”. Quien tenga fuerzas para enfrentarse a ello, se encontrará delante de una de las mejores películas del año. Una película valiente, con un planteamiento claro, que no esconde sus cartas, pese a quien le pese. Un film con todas las papeletas para no triunfar en taquilla: producción italiana de un aceptable presupuesto, que además cuenta con la friolera duración de 150 minutos. Eso sí, no le sobra un solo fotograma. Una película que se alzó con cuatro premios del Cine Europeo y ha sido nominada a los globos de oro.

“La gran belleza” es el cínico retrato de una clase social: los artistas italianos afincados en Roma. Escritores, dramaturgos, actrices y comediantes desfilan ante nuestros ojos exhibiendo su identidad y sus modos de vida. Un vestuario exquisito. Unas viviendas barrocas. Unas poses… en fin, de artista. ¿Y qué se esconde detrás de todo aquel glamour? La decadencia, el hastío, la desgana. La náusea. Los personajes visten máscara y disfraz, un ropaje que cada vez resulta más pesado. Personas que han alcanzado la cima de la escala social, y sin embargo sienten que han tocado fondo; porque, efectivamente, lo han tocado. Y son conscientes de ello.


Sus días transcurren (decir “sus noches” sería más acertado) mediante apoteósicas fiestas, actos sociales y tertulias que ayudan a mantenerse a flote. Fiestas teñidas de irracionalidad, de salvajismo, donde los instintos más bajos del hombre salen a relucir. Tan solo en aquellas tertulias, entre amigos, pueden ser ellos mismos. Y es entonces cuando repelen su yo. Cuando descubren que los jóvenes que llegaron a Roma con la ilusión de triunfar se han perdido en el camino. Cuando miran con nostalgia a la sencillez de antaño. Hasta cierto punto, “La gran belleza” recuerda a “La Dolce Vita” de Fellini. Ambas muestran lo grotesco y decadente de la alta sociedad de su época: las bacanales y las depresiones existenciales de un grupo de personajes; una en los años 60s, y el título que nos compete respecto a la actualidad. Además, en ambas cintas es Roma la ciudad que sirve como escenario.

No debemos olvidar que los personajes son artistas, por lo cual es innegable su condición para descubrir la belleza. ¿Pero qué es la belleza? ¿Qué es la gran belleza?  Los propios personajes, para a la vez encontrarse consigo mismo, tratarán de resolver este enigma. Numerosas imágenes se nos muestran a lo largo de la cinta. Unas son degradantes e insanas; otras, efectivamente son bellas. Unas serían denominadas bellas en la sociedad actual, y no lo son; otras serían tachadas de reprimidas y arcaicas por la cultura dominante, cuando en realidad son hermosas. Es más, ¿puede haber belleza fuera de las imágenes?



“La gran belleza” es, en definitiva, una cinta inteligente, alejado de los convencionalismos y del artificio. Su realismo es impactante, y su apuesta por involucrar al espectador resulta audaz. El desconcertante arranque, que aunque quizá confunda al público anuncia toda la realidad que vendrá después, inicia una búsqueda de la gran belleza y de las identidades más profundas de unos personajes fracasados. Sin embargo, lo dicho: hay que tener estómago para presenciar dos horas y media de degradación, patetismo y turbiedad. Quien se atreva, que no lo dude. Eso sí, los planos del Coliseo y una música poderosa ayudan bastante.