jueves, 30 de octubre de 2014

EL JUEZ


"Aguda, ingeniosa y humana. No dejará indiferente. Un soplo de aire fresco en el género de dramas judiciales"






Año: 2014
Director: David Dobkin
Reparto: Robert Downey Jr., Robert Duvall, Vera Farmiga, Billy Bob Thornton, Vincent D'Onofrio
País: EEUU
Duración: 140 min
Género: Drama
Puntuación: **** (Muy buena)









Sinopsis


Hank Palmer (Robert Downey Jr.), un importante abogado, regresa a su hogar tras la muerte de su madre. Se entera entonces de que su padre (Robert Duvall), que es el juez del pueblo y de quien está distanciado, es sospechoso de haber cometido un crimen. Su decisión de investigar el caso lo lleva poco a poco a restablecer con los suyos una relación que estaba rota.[Filmaffinity]

Análisis


Aguda, ingeniosa y humana. No dejará indiferente. Un soplo de aire fresco en el género de dramas judiciales, capaz de avanzar más allá de la trama standard de picapleitos, es decir: buenos y malos enfrentados en un juzgado. El juez es la historia de una familia, la pérdida de un ser querido, la relación de un padre con su hijo, el fracaso matrimonial, la educación de los hijos, la enfermedad y, recogiendo todo aquello, la superación del pasado para poder avanzar hacia el futuro. El perdón. Por supuesto, con una acusación de asesinato en primer grado como telón de fondo. 


Desenvolviéndose en la maraña judicial, hallamos personajes de lo más diverso. Cínicos, rencorosos, valientes, serviciales, tiernos… que son humanos, que se sienten desamparados frente ante la complejidad del día a día. Todos ellos han cometido errores en el pasado, y sus relaciones dependen de si han aprendido de ellos. Hay quienes ocultan cosas, quienes no se han arrepentido, y quienes deciden perdonar. Porque el espectador es consciente de que algo distorsiona el ambiente familiar, de que algo no funciona desde la primera secuencia. Huele a rancio. Y poco a poco las incógnitas se despejan, hasta llegar a un clímax perfectamente respaldado por los agentes atmosféricos. 

Y en todo ello, el director no tiene prisa. Es más, 140 minutos de película, ya son minutos. Pero todo está medido. No hay cabos sueltos, ni puntos oscuros, ni subtramas a medio hilar. Nada queda en el tintero, y el puzzle queda resuelto al final. Todo a base de pistas cada equis tiempo, de conversaciones entre los personajes, de cintas de vídeo, de recuerdos… El espectador se entera de todo cuando toca, y no hay fotograma que no enriquezca un ápice la historia. 


Es más, el arranque ya nos aporta las claves de cuanto vendrá después. Con calma. Tres distintas imágenes de objetos cotidianos se nos presentan de una en una, con fundidos en negro. Las apreciamos tranquilamente. Más tarde desempeñarán un papel fundamental en el desarrollo de la trama. Y de repente, vistas de la gran ciudad. Movimientos rápidos de cámara, despachos, rascacielos, tráfico… Los agobios del mundo contemporáneo. El film lo contrapone a la vida sosegada del tradicional pueblo de Indiana. Su sencillez y familiaridad frente al vacío metropolitano, encarnado en el bufete de abogados. 

Aunque de los juristas, desde luego, no creo que nos podamos quejar. Robert Downey Jr y Robert Duvall, padre e hijo, forman un tándem de lujo, y sus interpretaciones son de toma pan y moja. Además, rodeados de una espléndida gama de secundarios, entre los cuales sobresale el deficiente hermano de Hank, así como una correcta Vera Farmiga. Posiblemente una de las películas del año. Planteamiento claro, hábil batuta de Dobkin y un mensaje muy directo. ¡Ah! Y como drama judicial, mantiene la tensión hasta la última palabra del veredicto. ¿Inocente o culpable?



lunes, 27 de octubre de 2014

AL ESTE DEL EDÉN



Año: 1955
Director: Elia Kazán
Reparto: James Dean, Raymond Massey, Julie Harris, Richard Davalos, Jo Van Fleet, Burl Ives, Albert Dekker, Lois Smith, Harold Gordon
País: EEUU
Duración: 115 min
Género: Melodrama
Puntuación: **** (Muy buena)

Sinopsis 

Adam Trask (Raymond Massey) vive en su rancho californiano acompañado de sus dos hijos, Cal (James Dean) y Aron. Aron es el hijo preferido de Adam, estudiante modelo, trabajador y razonable. En cambio Cal es un rebelde solitario y tiene una actitud desafiante ante la vida que a su padre le disgusta. Para alcanzar el reconocimiento de su padre, Cal se expone a cualquier peligro, hasta que casualmente descubre que su madre, a la que él creía muerta, trabaja en un burdel.[DeCine21]




Análisis

Apoteósico melodrama, que catapultó a la fama a un desconocido James Dean y consagró a Elia Kazán como un renombrado director, en medio del desprestigio que padecía por causas políticas. Envuelta con una banda sonora de altura y dotada una fotografía revolucionaria, la película adapta una novela de John Steinbeck, y construye un apasionante relato de tensión ascendente. Toda una subida al Everest. La trama abre numerosos frentes: la búsqueda de la madre, la Primera Guerra Mundial, el negocio de verduras, el enamoramiento… De alguna manera, todo ello es importante y todo afecta a la historia de nuestro protagonista, Carl. Pero no nos engañemos. La clave del film es la relación de Carl con su padre, y las dos horas metraje giran en torno a este punto. 



 El paralelismo con el Génesis es evidente. De hecho, uno de los personajes hace referencia a los nombres de Caín y Abel. Carl y Arón, de caracteres distintos, compiten por el cariño de su padre. La envidia, los odios y la incomprensión truncarán la relación entre los dos, sin vuelta a atrás. Carl es todavía un niño, es obvio. Su personalidad soñadora, rebelde y correosa queda clara desde la primera secuencia: seguir a escondidas a una mujer, tirar piedras contra una casa y excusarse en la frase: “¿acaso hay alguna ley que…?”. Está desamparado, y su sensación de soledad es evidente. Él es consciente de ello. ¿Pero desea superarlo? La batalla que libra en su interior es la esencia del film. 

En la película predominan los colores cálidos, en clara referencia a la tensión que embulle cada secuencia. Los sentimientos están a flor de piel. Cuando Carl acompaña a su hermano en el terrible descubrimiento, es un auténtico descenso a los infiernos. Casi hay fuego en medio de la escena, y la música cargante contribuye en la creación del clímax. 



 Esta obra supuso la puesta de largo de James Dean, a pesar de que en un primer momento se pensó en Marlon Brando (el actor fetiche de Kazán) para interpretar a Carl. Ese mismo año, Dean se convertiría en un mito generacional con sus otras dos películas: Rebelde sin causa y Gigante. En septiembre de 1955, fallecería en un accidente de coche. Por su parte, Kazan continuó expuesto a la Caza de Brujas emprendida por el senador McCarthy, debido a su militancia en el Partido Comunista durante los años 30. Independientemente de su oposición al Gobierno o no, Kazan nos ofrece una película profunda, en parte religiosa, mediante el magnífico retrato de un personaje incomprendido y soñador, con el que toda una generación supo identificarse.

jueves, 23 de octubre de 2014

EL VERDUGO



Año: 1963
Director: Luis García Berlanga
Reparto: José Isbert, Nino Manfredi, Emma Penella, José Luis López Vázquez, Ángel Álvarez, María Luisa Ponte, María Isbert, Julia Caba Alba
País: España
Duración: 87 min
Género: Comedia
Puntuación: ***** (Excelente)

Sinopsis 

José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho a una vivienda. José Luis acaba aceptando la propuesta de su suegro con el convencimiento de que jamás se presentará la ocasión de ejercer tan ignominioso oficio.[Filmaffinity]




Análisis

Hay temas en esta vida que son tabú. Uno no puede - o no debería- reírse de ellos, porque afectan a la sensibilidad más íntima de la persona. Y aquí, Berlanga se ríe. Y de qué manera. Todo el respeto y el misterio que rodea a la muerte, acaba saltando por los aires. Nos reímos de la ejecución, de los ataúdes y de la angustia del condenado. No banalizamos la muerte, pero de algún modo le quitamos hierro al asunto, y lo abordamos desde una perspectiva sana, alegre y despreocupada. Puede sonar macabro, pero no cínico.


Partiendo del esperpéntico personaje del verdugo, Berlanga construye una de sus mejores comedias, recogiendo la tradición que había sembrado anteriormente con "¡Bienvenido, Mister Marshall!" (1953) y "Plácido" (1961). Y como no podía ser de otra manera, la historia vive José Luis da pie para hacer una crítica a la realidad social de la España de entonces. La dificultad para encontrar un piso en aquella época, la deplorable situación económica de las clases bajas, la desastrosa burocracia y la hipocresía del "qué dirán", son algunos de los temas que plantea la película.

La sugerente trama surgió a partir de un suceso de 1959, cuando Pilar Prades Santamaría, una empleada del hogar, murió ejecutada a consecuencia de los dos asesinatos que se le imputaron. Fue la última persona que en España sufrió la pena de muerte. A raíz de ello, Berlanga concibió este film como un alegato en contra de la pena de muerte, planteando la historia -cómo no- en clave de comedia. Para ello contó con los rostros más conocidos del cine español, como son el inmortal Pepe Isbert y la siempre eficaz Emma Penella, además de un joven José Luis López Vázquez. Por otro lado, también podemos encontrar, en un papel más secundario, las caras de Alfredo Landa e incluso de Chus Lampreave.


Todos ellos cimientan un film repleto de secuencias inolvidables. Es el caso del arranque, que convierte una cárcel en un lugar completamente surrealista, con un verdugo desorientado y un guardia desayunando cereales. De traca. Sin olvidar la presencia de la Guardia Civil en las mallorquinas cuevas del Drach, así como la firma de libros con la ausencia de José María Pemán. En esencia, enésima crítica contra el franquismo. Eso sí, creo que Franco reiría viendo una comedia así de buena.

lunes, 20 de octubre de 2014

PERDIDA

"Todo está medido al milímetro. A lomos de unos personajes atormentados que no son lo que parecen, Fincher conduce al espectador hacia el presunto desenlace, con la ansiedad como melodía de fondo" 



Año: 2014
Director: David Fincher
Reparto: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Kim Dickens, Patrick Fugit, Carrie Coon, Missi Pyle, Kathleen Rose Perkins
País: Estados Unidos
Duración: 149 min
Género: Thriller
Puntuación: *** (Buena)







Sinopsis 

El día de su quinto aniversario de boda, Nick Dunne (Ben Affleck) informa que su esposa Amy (Rosamund Pike) ha desaparecido misteriosamente. Pero pronto la presión policial y mediática hace que el retrato de felicidad doméstica que ofrece Nick empiece a tambalearse. Además, su extraña conducta lo convierte en sospechoso, y todo el mundo comienza a preguntase si Nick mató a su esposa... Adaptación del best-seller "Perdida", de Gillian Flynn.[Filmaffinity]

Análisis

Todo un drama. Y no lo digo por el género –el film se define como thriller-, sino porque el espectador se morderá las uñas las dos horas y media de metraje. Tela. Dos horas y media que, por cierto, no pasan factura. Porque uno desea saber el final, pero a la vez no quiere que cierren el chiringuito.

La orquesta de David Fincher nos ofrece una sinfonía de terror, que llega a provocar angustia. Su partitura, dividida en tres partes, cambia constantemente de registros, varía los tonos y modifica la escala. Y sin embargo, ninguna nota sobresale. Todo está medido al milímetro. A lomos de unos personajes atormentados que no son lo que parecen, Fincher conduce al espectador hacia el presunto desenlace, con la ansiedad como melodía de fondo. Tocata y Fuga de Bach, prácticamente. Porque a pesar del doble juego, los giros argumentales y las cien caras de sorpresa que se dibujan en el rostro del espectador, este no tendrá la sensación de que le están engañando. Todo es verosímil. El director esconde sus cartas, pero tiene la suficiente mano izquierda para ir mostrándolas una a una, poco a poco, en el momento preciso. Sus instrumentos no desafinan, y cada nota se acopla armónicamente a la melodía que la precede, incluso a partir de los flashbacks y los continuos cambios de escenario. ¿El montaje? Una obra de ingeniería.

Eso sí, la película –no nos vamos a engañar- parece un homenaje al esperpento. Uno no quiere creer que puedan existir personajes así en la realidad. Así de amorales y así de hipócritas. Porque algo huele a podrido en Missouri, y el alma de los protagonistas está corrupta. Unos buscarán redimirse, otros se hundirán más en el fango. Fiel reflejo de la moral de algunos personajes es la violencia explícita de determinadas secuencias. Tanto física como psicológica, sin pasar por alto la densa carga erótica del film. ¿Es necesario? Echa más leña al nudo en el estómago del espectador, de acuerdo, y la sensación de agobio e incertidumbre aumenta. Sin embargo, resultan prescindibles. Puro exhibicionismo que no aporta nada a la trama.


Una trama apoyada en las interpretaciones de Ben Afleck y Rosemund Pike, con un soberbio Neil Patrick Harris como secundario (a pesar de la dificultad de encasillarse como Barney en la comedia Como conocía a vuestra madre). Ben Afleck actúa sin pena ni gloria, un tanto monótono, mientras que Pike borda su personaje como manipuladora. El resto del reparto también cumple con brillantez, especialmente el abogado defensor y Margo, la hermana de Nick.

¿Gustará a todos los públicos? Habrá que ir prevenido. Quien disfrute en tensión y tenga un don para no perderse en los guiones laberínticos, adelante. Pero la persona que compre su entrada sin saber qué se va a encontrar… ojo. Sí que puede estar perdida.

viernes, 17 de octubre de 2014

JOHN FORD: EL OJO CRÍTICO

Para muchos, el mejor director de cine de todos los tiempos. Para algunos, un cascarrabias. Para todos, un genio. La figura de John Ford no puede dejar a nadie indiferente, del mismo modo que las 60 películas que rodó. 20 de ellas, junto a John Wayne. Mil veces juró el actor que jamás volvería a trabajar con Ford, a consecuencia de su mal humor, de los insultos, de las vejaciones y de los zarandeos. Y mil veces más, volvieron a reunirse para crear Fort ApacheEl hombre tranquilo y Centauros del desierto. Aún tuvo suerte Wayne; Henry Fonda recibió un puñetazo.

Ford era especial, y John Wayne lo sabía desde 1939, cuando se conocieron durante el rodaje de La diligencia. Solo él podía permitirse presentarse de este modo: "Me llamo John Ford y hago películas del oeste". Él vio primero aquellos planos del Monuments Valley que luego trasladaría a la pantalla. Y los vio a pesar de perder visión en el ojo izquierdo, según cuentan, mientras filmaba un documental sobre la batalla de Midway en 1942. Perder el ojo, excusa barata, pensaría Ford, que continuó ocupando la silla de director hasta su muerte. Un parche acabaría por decorar su rostro. Su ingenio, sin embargo, no menguó.



Cuenta la leyenda que en 1953 fue operado de cataratas. A causa de las molestias que le ocasionaba el vendaje mientras rodaba una de sus películas, terminó por quitárselo para poder finalizar el film lo antes posible. Tal era su pasión por el cine, pero aquello provocaría la definitiva desaparición de su ojo izquierdo. ¿Si la anécdota es o no real? Da lo mismo. Describe a la perfección el carácter indomable de Ford, y eso es lo importante. Porque como proclama uno de los personajes de El hombre que mató a Liberty Valance: "Esto es el oeste, y cuando la leyenda se convierte en hechos, se escribe sobre la leyenda".


Fuentes:

lunes, 6 de octubre de 2014

RAÍCES PROFUNDAS




Año: 1953
Director: George Stevens
Reparto: Alan Ladd, Jean Arthur, Van Heflin, Brandon De Wilde, Jack Palance, Ben Johnson, Edgar Buchanan
País: Estados Unidos
Duración: 118 min
Género: Western
Puntuación: **** (Muy buena)






Sinopsis 

      Estado de Wyoming, a finales del siglo XIX. Shane, un hastiado pistolero, llega a la granja de los Starretts, un matrimonio con un hijo que, al igual que los demás campesinos del valle, se encuentra en graves dificultades, pues el poderoso ganadero Rufus Ryker pretende apoderarse de sus tierras. Cuando Ryker se entera de que Shane es un hábil pistolero, le propone que trabaje para él. Ante su negativa, contrata a Jack Wilson, un peligroso asesino a sueldo.[Filmaffinity] 



Análisis

El género western es tan viejo como lo es el cine en EEUU. Durante décadas, allí se rodaron historias maravillosas, unas buenas y otras no tan buenas; muchas de las buenas, auténticas obras maestras. Lo que está claro es que todas ellas se ajustaban, en mayor o menor medida, a unos cánones que el género requería. Hasta que llega George Stevens en 1953 con un western revolucionario, atípico, que presenta un relato en el lejano oeste de un modo completamente diferente a lo producido años atrás.

En primer lugar, atendamos al título. La traducción al español del original "Shane" por "Raíces profundas" no hace sino despistar al público hispano. Porque lo importante del film no son las "raíces" de los campesinos, ni su afán por proteger su propiedad frente a Riker. La esencia de la película es Shane, nuestro misterioso forastero. Hasta entonces, todo protagonista de un western representaba la Ley. Bien siendo el sheriff de una localidad o el oficial del séptimo de caballería, los protagonistas servían al Estado, a su país, en tanto que velaban por el cumplimiento de la ley. Todo lo contrario que Shane. Desconocemos su pasado. Es más, posiblemente cometió varios errores antes de llegar a la granja de Starrett. Únicamente movido por la caridad y por el aprecio que muestra hacia la familia que le acoge, decide defenderles de Riker. No por cumplir la ley, ni por un deseo de aplacar el mal para cumplir por su deber. Simplemente, por proteger al débil. En la figura de Shane, Stevens crea una especie de caballero medieval, un justiciero que presta su ayuda al débil desinteresadamente, quizá movido también por el deseo de expurgar algún pecado anterior.


Para crear un personaje tan completo, es destacable que Stevens apueste por Alan Ladd. El actor siempre fue un galán, un dandy, el perfecto caballero que se desenvuelve con gallardía en las metrópolis norteamericana. Apenas había rodado en su filmografía dos películas del oeste. Así, no es casualidad que el director no quiera en ese papel un John Wayne o Gary Cooper, habituales y reconocidos rostros del western. El público inmediatamente les habría encasillado en sus roles habituales. Así, para rodar una película distinta era necesaria una cara distinta. ¿Y quién mejor que el galán de Alan Ladd para representar a un caballero medieval que deambula solitario por el lejano oeste? Para ello, Stevens contó incluso con un formidable equipo técnico. Los paisajes de la llanura de Wyoming obtuvieron el oscar a la mejor fotografía en color, y la banda sonora llegó a convertirse en un tema pegadizo durante aquella época. Sus otras cinco nominaciones no se alzaron con estatuilla por el nivel de la competencia: "De aquí a la eternidad" recibió 8 premios en aquella edición de 1954.


El film forma parte de la mítica trilogía que Stevens nos regaló en los años 50. "Un lugar en el sol" (1951) y "Gigante" (1956) completan  los retratos de la sociedad norteamericana que le consagraron como uno de los grandes directores de Hollywood. Antes de la 2ª Guerra Mundial, Stevens produjo comedias principalmente, hasta que el fin de la contienda trae consigo un cambio en su modo de hacer cine. En "Shane" no solo nos encontramos ante un épico duelo entre campesinos y salteadores, sino que asistimos a una historia entrañable. Las escenas familiares se suceden constantemente, tratadas con un esmerado detallismo. El hijo de Starrett es, de hecho, el personaje que nos conduce a lo largo la trama, y es a través de sus ojos por donde observamos la historia. Como él, nos admiramos ante la figura de Shane.