Director: Lee Daniels
Reparto: Forest Whitaker, Oprah Winfrey, David Oyelowo,
Cuba Gooding Jr., John Cusack, Terrence Howard, Lenny Kravitz, James Marsden,
Vanessa Redgrave, Alan Rickman, Liev Schreiber, Robin Williams, Jane Fonda,
Clarence Williams III, Mariah Carey
Género: Drama
País: Estados Unidos
Duración: 130 min.
Puntuación: 6/10
Sinopsis
La historia de la lucha
por los derechos civiles en Estados Unidos, a través de los ojos de Cecil
Gaines, que trabajó como mayordomo en la Casa Blanca, desde los días de la
presidencia de Eisenhower hasta los de Reagan. El film, a modo de película río,
arranca con la niñez de Cecil y el asesinato de su padre, que cultivaba campos
de algodón. Una serie de carambolas propician la dedicación profesional de Cecil
en ambientes refinados, lo que le empuja a ser considerado para un puesto que
le lleva a servir a siete presidentes. Un sueldo razonable –aunque inferior al
que perciben sus iguales blancos– le permite sacar adelante a su familia,
aunque deberá afrontar el alcoholismo de su esposa Gloria, el activismo
político, que no entiende, de su hijo Louis, y la decisión del otro, Charlie,
por ir a luchar a Vietnam. (DeCine21)
Análisis
El navío que capitanea
Lee Daniels cuenta con una de las mejores tripulaciones enroladas en alta mar durante
los últimos años. Rostros conocidos, viejas leyendas y grumetes que apuntan
alto. La embarcación es hermosa: el casco y las velas demuestran que hay
grandes decorados, el diseño de la cubierta evidencia una cuidada puesta en
escena, y la bandera del mástil desvela que el barco no tiene intención de
ocultar sus señas de identidad. Toda una declaración de intenciones.
Construida en los astilleros de productoras
independientes, la nave generó gran expectación desde que el patrón firmó el
contrato. Su botadura concentró a numerosos curiosos en los muelles. ¿Punto de
destino? Ni más ni menos que los Óscars, afirmaron algunos. Ambición no
faltaba, y más después de los costes de semejante proyecto. Lee Daniels no dudó
en ponerse los galones de almirante y navegar altivo y desafiante.
¿Llegó a buen puerto? ¿Cumplió las expectativas?
Lamento decir que no. La nave no se hundió gracias a su formidable tripulación,
a la resistencia del casco y a la consistencia de las velas. Pero no alcanzó su
destino. Es más, se perdió. Como capitán, Lee Daniels no seleccionó un rumbo en
cuanto salió del muelle, sino que vagó por las aguas gran parte del metraje a
la espera de encontrar un viento de no se sabe qué procedencia.
¿Cuál es la brújula?
¿Qué dirección pretendía seguir? Un arranque mal planteado (duro, muy duro) es
seguido de varias secuencias elaboradas sin ton ni son, a pinceladas sueltas
que, ingenuamente, pretenden dar lugar a un cuadro coherente. ¿Qué ofrecen al
espectador? ¿Una lucha de esfuerzo y superación personal? ¿Un repaso a la
Historia de los Estados Unidos? ¿Una crítica al sistema? ¿Una relación
familiar? La película no apunta a un objetivo claro, sino que pretende conjugar
todos los elementos en un cóctel muy arriesgado. Así, en líneas generales, el
montaje está muy logrado a lo largo de la trama. Algunas secuencias lo
agradecen, y poseen real virtuosismo. Otras, adolecen de tanta carga, y flotan
a la deriva perdiéndose en remolinos.
Remolinos a donde también cae el tono de la
película. ¿Qué registro quiere imprimir el capitán? ¿Qué código de normas
regirán su barco? ¿Un sistema férreo, de auténtica disciplina? ¿O por el
contrario “buen rollo”? Nunca queda claro. Si en verdad es esa su intención, me
parece un tanto cínico que se nos muestre la violencia más desgarradora, el
sufrimiento de los maltratados y la hostilidad social acompañados de una
curiosa sátira de los presidentes de los Estados Unidos. Es seguro que
arrancará risas al espectador, pero resulta de mal gusto. Daniels debería
decidirse: filmar un drama neto o apostar por una parodia en toda regla, pero
esa mezcla deja un sabor amargo.
La magnitud de los personajes es, sin ninguna duda,
lo más destacable de la cinta. Es la tripulación la que se pasea por cubierta,
la que arría las velas y la que dispara las salvas victoriosas de los cañones.
Una tripulación formada por unos personajes muy bien construidos. Personajes
realistas, verosímiles en la sociedad que habitan, con su carácter, sus
virtudes y sus defectos. Sus ideales. Unos toman una postura y otros adoptan
una actitud diferente. De un modo veraz. Los problemas en el matrimonio, la
relación de noviazgo, los miedos ante el futuro, las maneras de resolver las
dificultades… De hecho, la relación entre padre e hijo posiblemente sea lo
mejor de la película. Una relación basada, como toda la trama, en una
historia real. Tiene mérito el trabajo del director por llevar la vida del
protagonista a la gran pantalla, a partir de un guión que él mismo elaboró
junto a Danny Strong. Así, aunque el guión no esté perfectamente estructurado,
es muy digna la ambientación en la época y el repaso acertado de las diferentes
modas de la sociedad estadounidense.
Por otro lado, ese guión tampoco da con el
cierre acertado para la historia que plantea. Un cierre excesivamente
políticamente correcto, adulador y con sabor a mitin en clara armonía con las
ideas políticas que pululan hoy en día por los tejados de la Casa
Blanca. Da la sensación de que el altivo almirante Lee Daniels no es más que un
corsario al servicio de los poderosos en Estados Unidos. Un corsario que no
atracará en los gloriosos puertos a donde pretendía llegar, aunque por el
camino ha sido capaz de proporcionar una historia de gran interés, donde
confluyen unos estupendos personajes, en defensa de la dignidad del hombre.