martes, 22 de octubre de 2013

EL MAYORDOMO



Año: 2013
Director: Lee Daniels
Reparto: Forest Whitaker, Oprah Winfrey, David Oyelowo, Cuba Gooding Jr., John Cusack, Terrence Howard, Lenny Kravitz, James Marsden, Vanessa Redgrave, Alan Rickman, Liev Schreiber, Robin Williams, Jane Fonda, Clarence Williams III, Mariah Carey
Género: Drama
País: Estados Unidos
Duración: 130 min.
Puntuación: 6/10







Sinopsis 

La historia de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, a través de los ojos de Cecil Gaines, que trabajó como mayordomo en la Casa Blanca, desde los días de la presidencia de Eisenhower hasta los de Reagan. El film, a modo de película río, arranca con la niñez de Cecil y el asesinato de su padre, que cultivaba campos de algodón. Una serie de carambolas propician la dedicación profesional de Cecil en ambientes refinados, lo que le empuja a ser considerado para un puesto que le lleva a servir a siete presidentes. Un sueldo razonable –aunque inferior al que perciben sus iguales blancos– le permite sacar adelante a su familia, aunque deberá afrontar el alcoholismo de su esposa Gloria, el activismo político, que no entiende, de su hijo Louis, y la decisión del otro, Charlie, por ir a luchar a Vietnam. (DeCine21)


Análisis

El navío que capitanea Lee Daniels cuenta con una de las mejores tripulaciones enroladas en alta mar durante los últimos años. Rostros conocidos, viejas leyendas y grumetes que apuntan alto. La embarcación es hermosa: el casco y las velas demuestran que hay grandes decorados, el diseño de la cubierta evidencia una cuidada puesta en escena, y la bandera del mástil desvela que el barco no tiene intención de ocultar sus señas de identidad. Toda una declaración de intenciones.

Construida en los astilleros de productoras independientes, la nave generó gran expectación desde que el patrón firmó el contrato. Su botadura concentró a numerosos curiosos en los muelles. ¿Punto de destino? Ni más ni menos que los Óscars, afirmaron algunos. Ambición no faltaba, y más después de los costes de semejante proyecto. Lee Daniels no dudó en ponerse los galones de almirante y navegar altivo y desafiante.

¿Llegó a buen puerto? ¿Cumplió las expectativas? Lamento decir que no. La nave no se hundió gracias a su formidable tripulación, a la resistencia del casco y a la consistencia de las velas. Pero no alcanzó su destino. Es más, se perdió. Como capitán, Lee Daniels no seleccionó un rumbo en cuanto salió del muelle, sino que vagó por las aguas gran parte del metraje a la espera de encontrar un viento de no se sabe qué procedencia. 



¿Cuál es la brújula? ¿Qué dirección pretendía seguir? Un arranque mal planteado (duro, muy duro) es seguido de varias secuencias elaboradas sin ton ni son, a pinceladas sueltas que, ingenuamente, pretenden dar lugar a un cuadro coherente. ¿Qué ofrecen al espectador? ¿Una lucha de esfuerzo y superación personal? ¿Un repaso a la Historia de los Estados Unidos? ¿Una crítica al sistema? ¿Una relación familiar? La película no apunta a un objetivo claro, sino que pretende conjugar todos los elementos en un cóctel muy arriesgado. Así, en líneas generales, el montaje está muy logrado a lo largo de la trama. Algunas secuencias lo agradecen, y poseen real virtuosismo. Otras, adolecen de tanta carga, y flotan a la deriva perdiéndose en remolinos.

Remolinos a donde también cae el tono de la película. ¿Qué registro quiere imprimir el capitán? ¿Qué código de normas regirán su barco? ¿Un sistema férreo, de auténtica disciplina? ¿O por el contrario “buen rollo”? Nunca queda claro. Si en verdad es esa su intención, me parece un tanto cínico que se nos muestre la violencia más desgarradora, el sufrimiento de los maltratados y la hostilidad social acompañados de una curiosa sátira de los presidentes de los Estados Unidos. Es seguro que arrancará risas al espectador, pero resulta de mal gusto. Daniels debería decidirse: filmar un drama neto o apostar por una parodia en toda regla, pero esa mezcla deja un sabor amargo.



La magnitud de los personajes es, sin ninguna duda, lo más destacable de la cinta. Es la tripulación la que se pasea por cubierta, la que arría las velas y la que dispara las salvas victoriosas de los cañones. Una tripulación formada por unos personajes muy bien construidos. Personajes realistas, verosímiles en la sociedad que habitan, con su carácter, sus virtudes y sus defectos. Sus ideales. Unos toman una postura y otros adoptan una actitud diferente. De un modo veraz. Los problemas en el matrimonio, la relación de noviazgo, los miedos ante el futuro, las maneras de resolver las dificultades… De hecho, la relación entre padre e hijo posiblemente sea lo mejor de la película. Una relación basada, como toda la trama, en una historia real. Tiene mérito el trabajo del director por llevar la vida del protagonista a la gran pantalla, a partir de un guión que él mismo elaboró junto a Danny Strong. Así, aunque el guión no esté perfectamente estructurado, es muy digna la ambientación en la época y el repaso acertado de las diferentes modas de la sociedad estadounidense

Por otro lado, ese guión tampoco da con el cierre acertado para la historia que plantea. Un cierre excesivamente políticamente correcto, adulador y con sabor a mitin  en clara armonía con las ideas políticas que pululan hoy en día por los tejados de la Casa Blanca. Da la sensación de que el altivo almirante Lee Daniels no es más que un corsario al servicio de los poderosos en Estados Unidos. Un corsario que no atracará en los gloriosos puertos a donde pretendía llegar, aunque por el camino ha sido capaz de proporcionar una historia de gran interés, donde confluyen unos estupendos personajes, en defensa de la dignidad del hombre.