viernes, 27 de septiembre de 2013

LEONES POR CORDEROS

 


Año: 2007
Director: Robert Redford
Reparto: Robert Redford, Tom Cruise, Meryl Streep, 
Andrew Garfield, Derek Luke, Michael Peña
Género: Drama
País: Estados Unidos
Duración: 90 min.
Puntuación: 7/10 






Sinopsis
Janine, una veterana periodista televisiva, ha sido requerida para una entrevista en exclusiva por Jasper, un senador republicano con aspiraciones presidenciales. En la conversación a solas de una hora le explica la nueva estrategia contra el terrorismo en Afganistán e Irak que está impulsando. Arian, un soldado negro, y Ernest, un soldado mexicano, amigos desde su época universitaria, participan en esa nueva estrategia, a resultas de la cual quedan atrapados y cercados tras las líneas enemigas talibanes. Estos dos hombres eran de los mejores alumnos de Stephen, profesor de una universidad de Los Ángeles, que alecciona a un brillante pero frívolo pupilo con su ejemplo, para que se tome en serio su formación cara a contribuir en algo en la construcción de la sociedad. (DeCine21)

Análisis

En el año de su estreno, este film de Robert Redford supuso una auténtica sorpresa. Dividió a la crítica: para unos, un título sin sustancia, vacío y anacrónico; para otros, una película valiente, crítica, profunda y que compromete. Ambas posturas estaban de acuerdo en un solo punto que, a la vez, era la causa de su división: “Leones por corderos” no es una película entretenida. Hay guerra, pero no es un film bélico. Hay intrigas políticas, pero no es un thriller. ¿Hay suspense? Ni siquiera. ¿Entonces qué hay?

Personajes. La película se cimenta sobre una serie de personas, cada una con sus sueños y problemas, envueltas en los torbellinos de este mundo. Unos personajes sin planos, otros no. Unos evolucionan, y otras finalizan tal como empezaron. Todos son representativos de nuestra sociedad. Y en su análisis radica la esencia de la película. No tanto en las acciones que emprenden, sino en su mundo interior: sus decisiones, miedos y esperanzas. Su visión del país. La visión que el país tiene de ellos.


Las historias no se cruzan, pero a la vez están íntimamente relacionadas. Todas tienen su mensaje y su carga de profundidad, como demuestra el amplio número de primer planos, algunos inquietantes: a Meryl Streep le remuerde la conciencia en la secuencia del taxi, y el joven estudiante se siente interpelado mientras ve las noticias en el salón de su residencia. Estos son dos personajes que evolucionan, que no son los mismos que nos presentan en el arranque.

Los primeros cinco minutos nos muestran a Meryl Streep como una mujer agobiada, con prisas, muy activa a causa de su trabajo. Prototipo del hombre moderno. Ha cosechado un nuevo éxito, tiene una exclusiva con un senador. Será al final de la trama, después de la vorágine de información y acontecimientos, cuando se siente a pensar.
¿Y el estudiante? Un joven despreocupado, aburguesado, que se conforma con lo que tiene. No se interesa por su mundo, porque solo ve en él complicaciones. Es un hombre escéptico, desencantando, sin ilusión alguna. La charla con su profesor le cambia. Este planta una semilla en su interior, y quizá al final dé su fruto. El profesor es en todo momento sincero, franco y directo. A ojos del estudiante, un idealista, un Quijote. Resulta abrumadora la pregunta: “si al final el resultado es el mismo, ¿cuál es la diferencia?” Con semejante cuestión, el chico ha renunciado a luchar desde el primer momento. La diferencia está en la actitud, en el modo de enfrentarse a la realidad. Algún día rendiremos cuentas, y no será lo mismo responder “no hice nada” que “luché. Fracasé, sí, pero lo intenté”.


¿Fracasar? ¿Fracasar ante qué? Principalmente, ante el poder político-social, erigido en la figura de un Tom Cruise que borda su papel. Su presentación genera desconfianza: un hombre carismático, amable y radiante, preocupado por su pueblo y con la sorprendente intención de hacer un ejercicio de transparencia. Muy turbio. Menos sorprendente es la evolución del personaje: él continúa siendo el mismo que al principio. La misma persona ambiciosa, maquiavélica, que juega con las ilusiones de jóvenes idealistas que sueñan con cambiar su país. Jóvenes que perecen lejos de su casa, fieles a sus convicciones, envueltos en un tablero de ajedrez que mueven la administración y la burocracia.

En fin, a pesar de su atrevido mensaje, “Leones por corderos” no es una obra maestra, desde luego. Plantea numerosas cuestiones, pero es incapaz de ofrecer respuesta ante ellas. Deja un sabor un tanto agrio, de desencanto. Sin embargo, su hora y media de duración quizá sirva para despertar conciencias (que ya es bastante).

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