miércoles, 27 de agosto de 2014

LUCY

"Luc Besson se ha esforzado en que la historia haga aguas por los cuatro costados[...]. El cerebro de Lucy ha asesinado el tradicional introducción, nudo y desenlace."




Año: 2014
Director: Luc Besson
Reparto: Scarlett Johansson, Morgan Freeman, Choi Min-sik, Amr Waked, Yvonne Gradelet, Jan Oliver Schroeder, Julian Rhind-Tutt
País: Estados Unidos/Francia
Duración: 90 min
Género: Thriller
Puntuación: * (Mala)







Sinopsis 

      La historia sigue los pasos de Lucy (Scarlett Johansson), una despreocupada universitaria afincada en Taiwán a la que su novio engaña para que entregue un maletín a un contacto. Antes de poder entender la situación en que se ha metido, Lucy es secuestrada para servir de rehén al despiadado Sr. Jang. Cuando sus acólitos le implantan quirúrgicamente un paquete con una poderosa sustancia química –que le mataría si se abrirse–, el terror se torna desesperación.[LaHiguera.net] 




Análisis

No nos engañemos. A primera vista la trama apunta maneras, desde luego, y el latazo que ha dado el anuncio del tráiler por TV parecería suficiente motivo para sacar las entradas del cine. Pero Luc Besson se ha esforzado en que la historia haga aguas por los cuatro costados, y no hay otra palabra que "fracaso" para definir un film que se presenta como la revelación del final del verano. Realmente, no hay género en donde enmarcar el título que nos ocupa, puesto que el propio director no sabe qué tono imprimir a su material. ¿Es una película de acción? ¿Ciencia ficción de probeta y laboratorio? ¿O una profunda reflexión acerca del ser humano y su relación con la naturaleza? Por querer jugar a no se sabe qué, el resultado no es un cóctel con tintes de distinta clase, sino que no es ni lo uno ni lo otro. No es nada.



El desarrollo de la trama se produce a trompicones, generando un revuelo general que no conduce a ningún lado. El cerebro de Lucy ha asesinado el tradicional introducción, nudo y desenlace. El arranque desorienta, y el realizador se muestra incapaz de preparar el terreno. Se alternan imágenes inconexas, invitando a reflexionar no se sabe qué, y nos encontramos que transcurrido el primer tercio del film todavía no sabemos qué narices nos quieren contar. ¿Y el desenlace? No existe, así de sencillo. Uno se levanta de la butaca desconociendo cómo finaliza la historia. Lo cierto es que semejante hora y media de atracción de feria tampoco podría parir un final digno.

Hay que entender que "Lucy" es Scarlett Johansson, y que Scarlett Johansson es Lucy. La cinta es ella, de principio a fin, y cada toma fue rodada para lucimiento de la hermosa actriz. ¿Y se luce? Bueno, al menos sirve como nexo de unión entre las distintas secuencias. Poco más. Sorprende cuanto menos, eso sí, el nombre de Morgan Freeman en una producción de esta índole, aunque su presencia es, ciertamente, testimonial. Ni siquiera el oscarizado actor sube el nivel de la historia.



Besson tampoco acierta con los mensajes que ofrece su película. Peligro. Podemos salvar que las hipótesis científicas que determinados personajes presentan como verdades de fe no son más que ciencia ficción, hecho que cualquier médico con dos dedos de frente corroborará. Pero ojo con las tesis de Darwin, con jugar a ser Dios en cuanto a la manipulación genética y con la afirmación socrática de que el conocimiento en sí nos convierte en virtuosos, frente a la ignorancia, que es el caos. Besson olvida la libertad. Como ya es típico en estas cintas, huelga decir que los efectos especiales son sobresalientes y deslumbrarán la vista del espectador. Una lástima que no se empleasen en narrar una historia más digna. ¿Lo mejor? Personalmente, me quedo con una secuencia cuya música de fondo es el Réquiem de Mozart. Siempre es una maravilla escucharlo, y esta vez con sonido Dolby. 


viernes, 22 de agosto de 2014

LOS MERCENARIOS 3

"Los amantes del género de acción estarán felices de escuchar semejante sinfonía de sarcasmo y frases lapidarias [...]. La esencia de la película es obvia. Como diría el coronel Trautman en Acorralado: `matar, punto´  "





Año: 2014
Director: Patrick Hughes
Reparto: Sylvester Stallone, Jason Statham, Arnold Schwarzenegger, Harrison Ford, Mel Gibson, Jet Li, Dolph Lundgren, Terry Crews, Randy Couture, Wesley Snipes, Antonio Banderas
País: Estados Unidos
Duración: 123 min
Género: Acción
Puntuación: ** (Regular)







Sinopsis 

      Barney (Silvester Stallone), Christmas (Jason Statham) y el resto del equipo se enfrentan a Conrad Stonebanks (Mel Gibson), el hombre que fundó los Mercenarios hace años antes de convertirse en un despiadado traficante de armas y al que Barney tuvo que matar… o eso creía hasta ahora. Stonebanks, que ya esquivó la muerte una vez, tiene un solo objetivo: acabar con los Mercenarios, pero los planes de Barney son otros, y decide que lo mejor es reclutar sangre nueva para luchar contra la vieja generación. Reúne a un grupo compuesto por hombres más jóvenes, más rápidos y con más conocimientos técnicos. [DeCine21] 




Análisis

Stallone y su vieja guardia regresan más duros que nunca, acaso con mayores ganas de venganza. Solo que está vez la “vieja guardia” se topará con la “nueva”, un grupete agradable de jóvenes deseosos de entrar en acción y reemplazar a las viejas glorias. El planteamiento que ofrece esta nueva entrega es, cuanto menos, interesante. Las reflexiones en torno a la amistad, el paso del tiempo y el cambio generacional aportan un plus en una historia cuya base principal radica en el sonido de la ametralladora. Así, se aprecia una mayor elaboración del guión respecto a la entrega anterior, inclusive el desarrollo de la trama para eliminar al malvado Stonebanks (muy bien interpretado por Mel Gibson), provista de sorpresas y giros que logran mantener la tensión.



Stallone, Statham y Lundgren –ya clásicos en este oficio- cumplen con su papel estupendamente. Schwarzenegger suma cada vez menos minutos en pantalla, Harrison Ford no convence como pez gordo de la CIA y Wesley Snipes se revela como un magnífico fichaje para los Mercenarios. Sin embargo, es Banderas quien más da la nota a lo largo de la película, interpretando a un exlegionario español (algo cansino) con cientos de ganas por volver a entrar en combate.

Un combate que, sinceramente, quizá se les haga un poco largo, puesto que supera las dos horas de metraje gracias a secuencias completamente innecesarias. Por el contrario, otros momentos del film que precisarían de más minutos apenas se presentan de pasada. A pesar de todo, el ritmo es fluido y la acción no decae en ningún instante, y los amantes del género de acción estarán felices de escuchar semejante sinfonía de sarcasmo y frases lapidarias.



Quien acuda al cine sabe a lo que se expone. La esencia de la película es obvia. Como diría el coronel Trautman en Acorralado: “matar, punto”. No se le puede pedir a la cinta lo que no quiere ofrecer, así que quien no disfrutó con las anteriores entregas, tampoco disfrutará con esta. Eso sí, todo aquel que suspiró con los títulos más memorables de Stallone, Statham, Gibson y Schwarzenegger tiene una cita obligada. Que no lo dude.


domingo, 17 de agosto de 2014

Steven Spielberg y el supuesto cáliz de un carpintero

En cierto artículo comenté que el cine no es un arte neutro e inocuo, pues cada uno de sus planos es capaz de transmitir una serie de valores, ideas y creencias. Es capaz de influir en la mentalidad del espectador, incluso de un modo pasivo e inconsciente. Es capaz de confundir a la sociedad.

De esta realidad, hallamos un ejemplo muy concreto en la película “Indiana Jones y la última cruzada” (Steven Spielberg, 1989) cuya secuencia final es el paradigma de los guiones del cine moderno: ostentosa ambientación, brillantes interpretaciones, un suspense de infarto y una colección garrafal de errores históricos y disparates. En el caso que nos ocupa, relativos al Santo Grial. Como cinéfilo, ruego que quienes no hayan visto el film en cuestión se abstengan de visionar la secuencia final, pues sacarla de contexto tan solo desluciría el efecto de sus imágenes. Como historiador, deseo que atiendan a la secuencia cuanto antes con objeto de difundir la verdad relativa a estos hechos.



Después de recorrer media Europa, escapar de los nazis, deambular por el desierto y adentrarse en el templo que alberga el Cáliz de la Última Cena, el doctor Jones debe descubrir cuál es el auténtico Cáliz de los muchos que decoran la estancia en donde se encuentra. El protagonista se decide por uno sencillo, sobrio y humilde, de madera. “Esa es la copa de un carpintero”, comenta en el instante previo a seleccionar tan codiciado objeto. Pero, ¿verdaderamente es aquella la copa que empleó Jesucristo durante la última cena? ¿Es lógica la relación de que por ser carpintero emplearía un cáliz de madera? La respuesta es no, categóricamente, y hay datos suficientes para argumentarlo. Por otro lado, resulta obvio que Jesucristo tampoco se serviría de un cáliz litúrgico similar a los que componen las celebraciones eucarísticas de la actualidad. Entonces ¿cómo sería el Santo Grial?

Ni más ni menos que la típica copa usada para la celebración pascual judía. Una celebración que contaba con una serie de tradiciones, ritos y reglas perfectamente definidos. Así, la copa debía estar hecha de un material puro y purificable tras su uso, por lo que es frecuente encontrar en excavaciones arqueológicas vajillas hebreas de piedra, el material más idóneo.  De hecho, el Evangelio de San Lucas deja patente la costumbre de purificar las copas:

Mientras hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: "¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad.” (Lucas 11, 37-39)

Los judíos tenían (y tienen) unas estrictas normas de pureza, y por este motivo había algunos materiales que estaban prohibidos. Más aún en una celebración tan trascendental como la Pascua, cuando la pureza ritual cobraba todavía mayor importancia. Así, ni en la actualidad ni en la antigüedad han usado los israelitas copas de madera, puesto que al tratarse de un material poroso, serían impurificables. Es absurdo además que Jesús, quien abandonó el taller y llevaba varios años predicando por toda región, hubiese cargado de un lado para otro con la supuesta copa realizada por él cuando era carpintero hasta que llegase el momento de celebrar la Pascua. Por otro lado, tampoco hubiese empleado una  copa de metal (aun siendo un material noble) porque según su mentalidad el metal quedaba impuro tras el uso que se le hubiera dado. El episodio de las bodas de Caná narrado por San Juan también evidencia el uso de la piedra como material:

Tres días más tarde se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. También fue invitado Jesús a la boda con sus discípulos. Sucedió que se terminó el vino preparado para la boda, y se quedaron sin vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.»  Jesús le respondió: «Mujer, a ti y a Mí ¿qué? Aún no ha llegado mi hora.»  Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que El les diga.» Había allí seis recipientes de piedra, de los que usan los judíos para sus purificaciones, de unos cien litros de capacidad cada uno. (Juan 2, 1-11)

Así, si admitimos que el Cáliz fuese de piedra, ¿qué características tendría? A modo de tazón sin asas, habría sido tallado en un ágata o cornalina oriental. Un vaso de tipo “murrino” (pulido con mirra) procedente de un taller oriental helenístico-romano.



La parte superior del Santo Cáliz localizado en la Catedral de Valencia cumple perfectamente con esta serie de características, y no es descabellado pensar que pudiese tratarse del auténtico. Sin embargo, no es aquí mi propósito demostrar la legitimidad del Santo Cáliz de Valencia, sino tan solo desmitificar la propuesta presentada por Spielberg. Porque resulta incomprensible que “El rey Midas de Hollywood” cometiese inconscientemente un fallo de tal calibre, puesto que él mismo es judío. ¿Entonces? ¿Cuáles eran sus intenciones? ¿Pretendía confundir a propósito a la sociedad? ¿Constituye un ataque contra la Iglesia Católica?

Me niego a creer una realidad semejante, en base al contenido presente en su filmografía y por el cariño con que trata, en general, a la Iglesia y a los personajes creyentes en sus películas. Lo más probable es que el director tratase de resaltar, un poco demagógicamente, la supuesta pobreza y sencillez del Maestro frente a la opulencia posterior de la Iglesia. Opino que se trata de un toque de atención a la curia romana, una exhortación por regresar a la austeridad de la Iglesia primitiva. Sin darse cuenta, quizá, de que con ello barría una verdad histórica.


Fuentes:

Líntemun (Revista del Centro Español de Sindonología), número 44, enero-julio 2008, páginas 6-11.