jueves, 11 de septiembre de 2014

EL POR QUÉ DEL BLOG

El cine es una pasión que me ha embriagado desde siempre. Antes que las sillas de las aulas y las gradas del estadio, mi padre quiso que conociese las butacas del cine Palafox. Aquel fue el comienzo de una hermosa amistad. Me esforcé por visitarlas a menudo, y cuando transcurría un largo tiempo sin que se cruzasen nuestras miradas me sentía culpable. Sonreía al llegar hasta sus dominios, y los créditos que anunciaban el fin de cada película me hacían desear que llegase nuestra próxima cita. Un amor correspondido que yo siempre procuré difundir al mundo entero, a través de conversaciones en el bar, proyecciones caseras de los grandes clásicos y susurros a los oídos de cinéfilos en potencia. Pero aquello no bastó.

Surgió la necesidad de escribir, quizá para que yo mismo descubriese qué rondaba mi cabeza. Para averiguar si mi afición tan solo gozaba de componentes sentimentales, o si por el contrario estaba cimentada sobre una base de teoría cinematográfica. Analicé películas, una tras otra. Después razoné por qué lo analizaba así, y más tarde guardé aquellos borradores en las carpetas más ocultas de mi ordenador o en los cajones más recónditos de mi cuarto. Un tiempo después, decidí que quizá sirviesen de utilidad a otros cinéfilos como yo: ingenuos, noveles y apasionados. Y hace dos años nació un bog de crítica cinematográfica, uno de los muchos que pululan por internet. En cuanto a su bautismo, no le di mil vueltas al nombre. El título de "Ciudadano Kane" fue reemplazado por la unión del nombre y apellido de quien suscribe estas líneas: Ciudadano Purbez. ¿Qué siguió en adelante? Muy sencillo: ver más películas.

jueves, 4 de septiembre de 2014

EL GRAN GATSBY

"Un intento de acercar la historia de Fitzgerald al público más joven [...]. Propio del siglo XXI, de la época de las imágenes. "




Año: 2013
Director: Baz Luhrmann
Reparto: Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher, Elizabeth Debicki
País: Australia/Estados Unidos
Duración: 143 min
Género: Drama
Puntuación: *** (Buena)








Sinopsis 

      Nueva York, años 20. En la alta sociedad norteamericana, llama la atención la presencia de Jay Gatsby, un hombre misterioso e inmensamente rico, al que todos consideran un advenedizo, lo que no impide que acudan a sus fastuosas fiestas en su gran mansión de Long Island. Gatsby vive obsesionado con la idea de recuperar al amor que dejó escapar años atrás. Para ello se hará amigo de su vecino recién llegado, el joven Nick Carraway.[Filmaffinity] 




Análisis

Nos encontramos con una nueva adaptación del clásico de Scott Fitzgerald. Como todo remake, la película pretende ser valiente, atrevida, incluso temeraria. Desde el comienzo, su objetivo es aportar algo diferente, una “brisa de aire fresco”. Se entiende que “como todo remake” aspire a ser un buen largometraje, en vez de ofrecer la misma historia narrada con el mismo lenguaje.

Su predecesora databa de 1974 (obviando una adaptación televisiva realizada posteriormente). Muchos recordarán aquel filme por su protagonista, Robert Redford. Sin duda, fue una buena película. Y el estreno que nos ocupa, ¿está a la altura?, ¿supera a su antecesor?, ¿se queda corto? La respuesta es cuestión de gustos, y perdón por el tópico. Lo que sí puedo afirmar es que esta película de Luhrmann cumple su propósito a la perfección: es diferente. Narra la historia de Fitzgerald sin renunciar a su estilo cinematográfico, marcando el ritmo y tratando las imágenes de una manera completamente opuesta a la película dirigida por Jack Clayton en los años 70.


Es una película barroca, exuberante, que carga. No deja lugar a espacios humildes ni sobrios. Viene arropada por una atmósfera de majestuosidad, de grandeza. De agobio. Se suceden constantes fiestas apoteósicas, planos generales de la ciudad de Nueva York, de su ruido, de sus trabajadores… Todo en concordancia con la sociedad de hoy en día: prisas, estrés, alborotos… El mismo arranque de la película es un claro ejemplo de ello. Un arranque magnífico. La voz en off de Nick Carradine nos da las primeras pinceladas del relato, mientras contemplamos las imágenes de Nueva York, del barrio residencial donde se desarrollará la historia, de cómo son las personas que allí habitan… Un ritmo demasiado ágil, frenético. Asistimos perplejos a la presentación de aquellas casas, nos maravillan sus fiestas, sus personajes. Todo ello acompañado de una cuidada fotografía, exquisita. El azul del lago, los primeros planos de las flores, los bailes, el vestuario… Un derroche visual. Y la presentación de Gatsby, no tiene desperdicio. Soberbia.

 Lo que resulta curioso es el concepto de ambientación histórica que tiene Baz Luhrmann. Los bailes y conciertos de los años 20 que se nos muestran vienen complementados por melodías de canciones propias de la actualidad, que actúan como acompañamiento de fondo. ¿Molesto? Peculiar, insólito cuanto menos. Quizá un intento de acercar la historia de Fitzgerald al público más joven, que se suma a los planos barrocos comentados anteriormente. Propio del siglo XXI, de la época de las imágenes.


La versión de 1974, provista de menor calidad visual, dejaba más lugar para inspirar la melancolía que invade a los personajes. Por sus silencios, por sus fenomenales diálogos y por sus miradas nos empapábamos de la decadencia de aquella sociedad de la Belle Époque. Hoy en día los hombres solo comprendemos por la vía de lo explícito, tiene que chocar la realidad contra nuestra cara. Claro ejemplo de ello es una secuencia brutal, que se nos muestra en pantalla con toda su realidad, con todas sus consecuencias. El espectador se hace cargo de ella. Y sin embargo, tal argumento no produce el mismo efecto que en la versión de Jack Clayton en los 70. En esta, la pantalla no muestra el acontecimiento. Sabemos de él de un modo implícito, por boca de los personajes, por recursos indirectos… y aquello causaba un impacto mayor. ¡Precisamente sin haberlo visto! No tiene esto que representar una lacra para el filme. Tan solo es un modo distinto de narrar la historia. Un modo que se adecúa a la sociedad en que vivimos, a lo que presumiblemente demanda el público. Un lenguaje basado en la imagen, no en la palabra.