Año: 2014
Director: Peter Jackson
Reparto: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Luke Evans, James Nesbitt, Aidan Turner, Evangeline Lilly, Ken Stott, Graham McTavish, Jed Brophy, Stephen Hunter, John Callen, Adam Brown, Dean O'Gorman, William Kircher, Peter Hambleton, Mark Hadlow, Cate Blanchett, Lee Pace, Orlando Bloom, Hugo Weaving, Billy Connolly, Christopher Lee, Stephen Fry
País: EEUU
Duración: 145 min
Género: Aventuras
Puntuación: **** (Muy buena)
Sinopsis
El dragón Smaug, dispuesto a asolar la Ciudad del Lago, no es el mayor de los problemas que amenazan a la Tierra Media, pues el enano Thorin Escudo de Roble está cegado por las riquezas que encierra la montaña de Erebor, y está dispuesto a defenderlas con las armas de elfos y hombres, antes que compartir con ellos lo que es justo. Un ejército de orcos y la amenaza en la sombra de Sauron abrirá los ojos a unos y otros, y no tendrá parte pequeña en el nuevo enfoque de la situación un mediano que solía vivir cómodo en un agujero, llamado Bilbo Bolsón. [DeCine21]
Análisis
En pocas ocasiones hallaremos un título que resuma a la perfección el contenido de la película, y es que la batalla de los cinco ejércitos es el eje fundamental de la 3ª y última entrega de El Hobbit. La película narra una batalla entre cinco ejércitos, y nada más. Orcos, enanos, elfos, humanos y águilas, fuego, piedras, espadas, arcos, hachas y magia. Gritos, sangre, muerte y destrucción. Todos estos términos son los que resumen los 150 minutos de película, que gracias a un ritmo frenético, a un montaje endiabladamente bueno y la complementariedad de los diferentes personajes no deja un solo momento de respiro.
El film no se anda con preparativos ni con prólogos; tiene prisa. El arranque nos muestra a Smaug escupiendo fuego sobre la Ciudad del Lago, y sus posteriores efectos sobre los humanos. A partir de allí, un par de pinceladas sobre la relación entre enanos y elfos, los maquiavélicos planes de los orcos y el brillante tesoro de la Montaña. Punto. El resto son llamadas al valor, gestos de lealtad, asedios a fortalezas, degüelles, flechazos y empujones de los fuertes. Hay lugar para la épica, es cierto, pero su papel es mínimo.
Debemos entender que no es El retorno del rey, y por tanto toda comparación carece de sentido. Si en la última entrega del Señor de los Anillos presenciábamos mayor cantidad de secuencias de diálogos, caminatas y “chicha” en el contenido, la batalla de los cinco ejércitos carece completamente de ello. ¿Es esto malo? Por supuesto que no. Peter Jackson no esconde sus cartas, y cumple a las mil maravillas con aquello que había prometido. Del finito libro del Hobbit escrito por Tolkien, el director neozelandés se propuso extraer una batalla que pudiese durar dos horas y media. Y como tal, ha completado su objetivo. Porque además supone un broche de oro para cerrar la saga. Todo queda atado y bien atado, y engancha a la perfección con el primer minuto de La Comunidad del Anillo. Una precuela digna, eso sin dudarlo.
Peter Jackson nos ofrece una batalla espectacular, repleta de emoción, nervios y dinamismo. Una batalla hecha a medida para el lucimiento de los actores, el virtuosismo de los efectos especiales y la armonía de la música. Casi podríamos enmarcar el film dentro del género bélico, porque de aventura poco tiene. De este modo, que nadie pida peras al olmo. El Hobbit 3 es esto, y no otra cosa. Quien espere encontrar conversaciones de taberna, nuevos mundos y paisajes o una charla filosófica de Gandalf, que cambie el chip, porque no hay motivo para criticar la adaptación o las expectativas. La batalla no defrauda; si a uno le gustan las batallas, claro.
El film no se anda con preparativos ni con prólogos; tiene prisa. El arranque nos muestra a Smaug escupiendo fuego sobre la Ciudad del Lago, y sus posteriores efectos sobre los humanos. A partir de allí, un par de pinceladas sobre la relación entre enanos y elfos, los maquiavélicos planes de los orcos y el brillante tesoro de la Montaña. Punto. El resto son llamadas al valor, gestos de lealtad, asedios a fortalezas, degüelles, flechazos y empujones de los fuertes. Hay lugar para la épica, es cierto, pero su papel es mínimo.
Debemos entender que no es El retorno del rey, y por tanto toda comparación carece de sentido. Si en la última entrega del Señor de los Anillos presenciábamos mayor cantidad de secuencias de diálogos, caminatas y “chicha” en el contenido, la batalla de los cinco ejércitos carece completamente de ello. ¿Es esto malo? Por supuesto que no. Peter Jackson no esconde sus cartas, y cumple a las mil maravillas con aquello que había prometido. Del finito libro del Hobbit escrito por Tolkien, el director neozelandés se propuso extraer una batalla que pudiese durar dos horas y media. Y como tal, ha completado su objetivo. Porque además supone un broche de oro para cerrar la saga. Todo queda atado y bien atado, y engancha a la perfección con el primer minuto de La Comunidad del Anillo. Una precuela digna, eso sin dudarlo.
Peter Jackson nos ofrece una batalla espectacular, repleta de emoción, nervios y dinamismo. Una batalla hecha a medida para el lucimiento de los actores, el virtuosismo de los efectos especiales y la armonía de la música. Casi podríamos enmarcar el film dentro del género bélico, porque de aventura poco tiene. De este modo, que nadie pida peras al olmo. El Hobbit 3 es esto, y no otra cosa. Quien espere encontrar conversaciones de taberna, nuevos mundos y paisajes o una charla filosófica de Gandalf, que cambie el chip, porque no hay motivo para criticar la adaptación o las expectativas. La batalla no defrauda; si a uno le gustan las batallas, claro.
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