domingo, 19 de enero de 2020

1917

"Un espectáculo visual. La radicalidad del filme es su apuesta por rodar el relato en un único plano secuencia [...] un descenso al inframundo de los cadáveres diseminados por los campos de batalla"




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Año: 2019
Director: Sam Mendes
Reparto: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Colin Firth, Andrew Scott, Daniel Mays
País: Reino Unido
Duración: 119 min
Género: Bélica
Puntuación: **** (Muy buena)







Sinopsis

En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.  [Filmaffinity]

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Análisis

En «1917», Sam Mendes adapta una historia narrada por el soldado británico Alfred Mendes, su abuelo, acaecida durante la Primera Guerra Mundial. De hecho, a él va dirigida la dedicatoria: “For Lance Corporal Alfred H. Mendes 1st Battalion, King’s Royal Rifle Corps. who told us the stories”. Huelga decir que, de partida, ya tiene un punto de originalidad ambientar una película bélica en la Primera Guerra Mundial -aquella Gran Guerra dejada en un segundo plano-, cuando a la Segunda ya estamos acostumbrados. Todos recordaremos obras como «Senderos de gloria», «El sargento York», «Gallipoli» o «Caballo de batalla». En esta ocasión, la trama no puede ser más sencilla. Durante la guerra de trincheras, dos soldados británicos reciben la misión de abandonar sus posiciones, atravesar la tierra de nadie y alcanzar la zona alemana para avisar a un regimiento británico de que debe suspender su ataque. El hermano de uno de ellos pertenece a ese regimiento.

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«1917» es una oda al valor, a la amistad, a la obediencia, al cumplimiento del deber. Pero por encima de todo, es un espectáculo visual. La radicalidad del filme es su apuesta por rodar el relato en un único plano secuencia, todo un reto. Desde el inicio, llama la atención el continuo movimiento de cámara y tal sensación de realismo. Los dos protagonistas avanzan hacia nosotros y con ellos nos adentramos en la trinchera, y con ellos recorremos la trinchera, y con ellos nos familiarizamos y convivimos con la trinchera. Porque sin ella, la Primera Guerra Mundial no se comprende. Al poco tiempo, los dos soldados se dan la vuelta siguiendo a un superior y nuestro chip se adecúa al ejército, a obedecer órdenes, a ir por detrás como subordinados. Sin cesar el plano secuencia, recorremos la devastada tierra de nadie -los estragos de la guerra-, los búnkeres, la campiña, los ríos, ciudades en llamas, pueblecitos, vastos bosques, y es impresionante observar el andar, correr, saltar y respirar de los soldados, pues no hay cortes en sus acciones, vivimos la guerra en tiempo real. Es esa falta de descanso, de incesante observación, la que nos muestra su miedo y su repulsa del barro, las ratas y los órganos, su coraje y solidaridad. Además, esa variedad de escenarios da lugar a un preciosismo fotográfico admirable, recreándose el filme en la suciedad marrón e insensible del campo de batalla, en los cielos azul oscuro incendiados por los bombardeos, en el contraste de la hierba de la campiña con el gris de los aviones.

No obstante, si bien es cierto que el principal atractivo del filme es su recreación de la guerra y su destacada fotografía, la trama puede adolecer de imaginación en determinados momentos. El prolongado plano secuencia da lugar a varios momentos de relleno, donde no sucede nada, en los que esperamos impacientes la aparición de algún personaje o la llegada a un lugar. En este sentido, quizá esté más conseguida la primera parte del filme que la segunda. Aunque hay momentos de suspense, adentrarnos tantas veces en tiempo real con los soldados en una casa buscando tropas enemigas o esquivando balas por la calle puede resultar monótono, más similar a una experiencia de videojuego que a un ejercicio cinematográfico. También presenta inicialmente la película varias conversaciones de interés, que no han sabido explotarse suficientemente y son absorbidas por las escenas bélicas. De alguna manera, quizá muchos de los puntos anteriores se resuman en la falta de un conflicto más consistente, en la necesidad de más obstáculos exteriores -e interiores- que impidan a los protagonistas alcanzar su objetivo, pues transcurridos los primeros minutos de trama parecen autómatas a quienes se ha apretado el play y avanzan y avanzan hacia la zona alemana.

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Aun con todo, es una buena película bélica. Un desfile de imágenes, de acción sin respiración, de disparos, aviones cayéndose, empujones en las trincheras, sprints hacia adelante y un descenso al inframundo de los cadáveres diseminados por los campos de batalla. Una pesadilla que se inicia cuando el cabo Schofield se despierta de su siesta junto a un árbol. Cuando se incorpore y acepte la misión junto a Blake, nosotros les acompañaremos.


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