sábado, 18 de enero de 2020

JOJO RABBIT

"Una película valiente, que sabe dar un giro de tuerca a las páginas más sensibles y dolorosas de la Historia, poniendo el dedo en la llaga […] pero no se desarrolla con la precisión necesaria"




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Año: 2019
Director: Taika Waititi
Reparto: Roman Griffin Davis, Scarlett Johansson, Thomasin McKenzie, Taika Waititi, Sam Rockwell, Rebel Wilson
País: PAÍS
Duración: 108 min
Género: Comedia
Puntuación: *** (Buena)







Sinopsis

Jojo "Rabbit" Betzler (Roman Griffin Davis) es un solitario niño alemán perteneciente a las Juventudes Hitlerianas que ve su mundo puesto patas arriba cuando descubre que su joven madre Rosie (Scarlett Johansson) esconde en su ático a una niña judía (Thomasin McKenzie). Con la única ayuda de su mejor amigo imaginario, un niño un poco idiota, Jojo deberá enfrentarse a su ciego nacionalismo..  [Filmaffinity]

DeCine21


Análisis

Pocas veces la parodia y el humor nos habían obsequiado con lecciones de vida tan magistrales en el cine. «Jojo Rabit» sabe muy bien qué quiere contarnos y de qué manera, es consciente de los riesgos y las dificultades de abordar -¿¡desde el humor?!- cuestiones tan peliagudas como el nazismo y el Holocausto, pero no se achica. Una película valiente, que sabe dar un giro de tuerca a las páginas sensibles y dolorosas de la Historia, poniendo el dedo en la llaga. Podría decirse que guarda alguna similitud con «La vida es bella», que aun siendo una obra maestra fue criticada desde algunos círculos por sugerir que banalizaba el Holocausto. Nada más lejos de la realidad, y en la película que nos incumbe tampoco.

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Desde una mirada subjetiva, desde los ojos de Jojo -los movimientos de cámara, los encuadres, los colores- observamos cómo es una ciudad alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Una ciudad en la que, como es lógico, ser nazi está de moda. Sin pararse a reflexionar, con poca formación, sin un adecuado juicio de cómo afectan las decisiones de Hitler a la sociedad, ¿quién no se sentía fascinado por el ardor patriótico, las banderas, los uniformes, la Wehrmacht, la retórica del líder y los desfiles? Tal es el caso de Jojo, un niño de diez años embelesado ante un idílico III Reich. Por otra parte, a través de esa mirada subjetiva, sorprende la atemporalidad en la que el director ha querido situar su relato. Los anacronismos al son de las canciones de Los Beatles, David Bowie o Badfinger dan lugar a escenas de un soberbio preciosismo estético, así como los dibujos fruto de la fantasía.

Y siendo como es Jojo un niño de diez años, no puede observar la realidad desde la racionalidad y la sensatez. Por ello, tampoco el filme. Se suceden así el absurdo, la caricatura, los gags y los sinsentidos, mientras nuestro pequeño protagonista charla con Hitler, quien reside en su cabeza cual amigo imaginario y repasa con él los pros y contras de cada situación, los aparentes fracasos y las dificultades éticas. Conversaciones que, por desgracia, pueden llegar a resultar cansinas y repetitivas. Quizá no termine de tomarse la medida de un adecuado contrapeso para evitar la falta de ritmo o el cansancio de los gags. Es un acierto la mezcla de géneros al sucederse también escenas de suspense e incluso de dolor, pero no se desarrolla con la precisión necesaria.

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Junto a Jojo, Taika Waititi ha sabido crear unos personajes entrañables. Una correcta Scarlett Johansson cumple en su papel de madre, y, sin lugar a dudas, Thomasin McKenzie borda su interpretación de la joven judía. A través de las conversaciones de Jojo y con las dos, descubre que a pesar de la guerra y de la barbarie, aún queda hueco en el mundo para la literatura, la caridad y el amor. Para bailar. Quizá también un canto a la feminidad. Frente a la -masculina- Wehrmacht y a la Gestapo, son las dos mujeres que conoce Jojo quienes preservan la humanidad desterrada por la guerra. Entre el elenco de secundarios, derrochan carcajadas los demás nazis a quienes se ridiculiza no con mala uva, sino con buen corazón. Los oficiales del ejército, la responsable de la juventud femenina, su tierno amigo Yorki… Incluso habrá quien se redima. La pena es que se podría haber sacado más partido, posiblemente, a alguno de estos secundarios, que aun a pesar de la caricatura piden a gritos un poco más de profundidad. Con todo, una atrevida -y exitosa- parodia del nazismo, no con el ánimo inútil de desprestigiar -ya viene dado- sino con el propósito constructivo de celebrar la vida.


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